-¿Te cuento un secreto?

+ Vale, te escucho.


- Si tuviera patas de araña, tejería un cielo donde las estrellas se alinearan. Cosería un mundo donde los perdidos no necesitaran brújulas ni mapas. Sería un lugar donde habría caminos de jengibre y virutitas de chocolate sustituyendo a los GPS. Algo mágico.


+ Pero eso no es un secreto, ¡es una tontería!


- Claro que no, el secreto es que me doy asco.


+ Uy, ¿y eso por qué?


- ¿Qué por qué? Pues porque no las tengo. Porque en su lugar tengo un par de estúpidas piernas.. y porque cada vez que me despierto las uso y me muevo, estiro de la cuerda para abrir las cortinas y veo que el sol está atrapado cerca del suelo pero que no sé dónde está el este. Tampoco sé si amanece o anochece y además, los minutos me parecen horas.


+ Espera, pero y si tanto asco te das, ¿por qué sonríes mientras me lo cuentas?


- ¿He sonreído? Pues la verdad es que no me he dado ni cuenta, pero ¿sabes? sólo una sonrisa, una pícara sonrisa es lo que me demuestra que, sea de noche o de día, tenga patas de araña o no, y pierda el norte o el reloj,
voy a seguir queriendo luchar por lo que soy y por el ayer de mañana que es el día de HOY.